En febrero del año 2004, el artista británico Richard Box plantó cerca de un millar de fluorescentes debajo de una línea de alta tensión de Bristol. A pesar de que los tubos no estaban conectados, se iluminaban cada noche por efecto de la radiación electromagnética, creando un bello espectáculo.
La obra ocupaba 3.600 metros cuadrados y despertó el interés de mucha gente. Aunque se ha dicho que Richard Box quería denunciar los peligros de este tipo de líneas, el artista siempre ha insistido en que sólo trataba de “hacer visible aquello que de otra manera sería invisible”.
