Las calles del barrio marginal de Kibera, en Nairobi, amanecen cada mañana sembradas de grafitis que piden el fin de la violencia. Sobre los esqueletos de los coches o en las ruinas de las casas, aparecen a diario mensajes como “Dejad de mataros” o “Kenia necesita paz” que tratan de sacudir la conciencia colectiva y frenar la sangría que ha costado la vida a más de un millar de personas. Como si se tratara de un héroe justiciero, el autor de las pintadas deja siempre una pequeña firma al pie de sus trabajos: “Solo 7”. No hay rincón de la ciudad, o edificio derribado, que no aparezca con uno de sus mensajes. En su mente, una idea se repite de manera obsesiva: llamar a los keniatas a detener las matanzas desatadas tras las elecciones de diciembre.
Como suele suceder en estos casos, los periodistas han encontrado a Solo 7 y le han puesto cara e identidad. Se trata de un joven de 31 años llamado Solomon Muhandi, que se ha dedicado a recorrer la ciudad extendiendo su particular forma de expresión.
Armado con una brocha y una lata de pintura, Muhandi ha llenado las calles de Kibera de mensajes pacíficos por pura convicción. Desprecoupado, y mientras remata uno de los mensajes que acaba de firmar, el artista confiesa el motivo que le lleva a pintar sin parar: “Los símbolos hablan más altos que nuestras voces”, asegura. Y un segundo después vuelve a mojar el pincel.